Archivó el dolor de la final del 2019. Asimiló los calvarios individuales de varias de sus figuras y todo lo que alguna vez fue sufrimiento, este domingo se convirtió en euforia.

Por Mauricio Gutvay
“Si para recobrar lo recobrado
Debí perder primero lo perdido,
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado,
Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido,
Tengo por bien sufrido lo sufrido,
Tengo por bien llorado lo llorado.“
Cuando tenés 33 de mano, es fácil ganar. En las buenas, sale campeón cualquiera. Lo difícil es ganar cuando no te tocan las mejores cartas.
Por eso se dice que lo que cuesta, vale. Por eso, el campeonato que obtuvo este domingo por la mañana la Asociación Pasión por el Básquet de Quines tiene un valor extra. Y no solo por lo histórico de ser el primer torneo ganado en esta disciplina para el norte puntano. Sino por las circunstancias en que se dio.
Nada fue facil para APBQ y sus jugadores. Por eso yo lo llamo “el campeón resiliente”.
La palabra resiliencia se refiere a la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada.
A este equipo nunca le sobró nada. Sufrió una dura derrota como local en la fase regular justamente contra el rival de ayer y se encontró más de una vez con las dificultades propias de una institución que (si bien es modelo en cuanto al ímpetu que le ponen quienes forman parte) tiene las carencias típicas de cualquier club que no poseé sus propias instalaciones ni recibe ningún tipo de apoyo gubernamental.
Además, cargaba sobre sus espaldas el subcampeonato de 2019. Pero yo lo llamo el campeón de la resiliencia por el valor de algunos de sus jugadores que tuvieron que superar complicadas situaciones.
Un ejemplo es el de Jonathan Rivera, de torneo irregular, pero clave en la final. “Nunca había podido encontrar un buen juego hasta el partido de ayer que por suerte pude demostrarme a mí mismo que podía volver a jugar como lo hacía antes. En este tiempo, en los últimos cuatro meses, me propuse bajar de peso y estar un poco mejor físicamente para estar a la altura del equipo ya que la mayoría son jóvenes y lo pude hacer“, dice Rivera acostumbrado a no rendirse.
Por eso en la mañana del domingo levanta la cabeza, Jonathan. Y pone el tiempo en pausa.
Y se acuerda de cada día en que, después de trabajar durante toda la jornada, se cambia y parte hacia el club hasta las 12 de la noche para ponerse a punto.
Por eso pelea cada pelota como si fuera la última. Por eso, aunque caiga se levanta y, aunque le duela todo, demuestra que aún puede, que aún vale y que entre tanto jugador joven su aporte en la final también va a ser clave.
El equipo al hombro
En el torneo en general y en los últimos encuentros en particular, Giuliano Dichiara fue esencial en el equipo. En momentos claves, se cargó el equipo al hombro. Y escribir esto ahora, parece una ironía. Porque justamente el hombro izquierdo de Dichiara casi lo lleva a abandonar el básquet. El 25 de febrero de 2021, Giuliano Dichiara fue intervenido quirúrgicamente, luego de una lesión en el tendón supraespinoso. Seis meses de recuperación. La articulación que sigue inestable, el dolor que permanece. Y la recomendación que espere para volver. Pero nada detiene los sueños de Dichiara.
Por eso en la mañana del domingo levanta la cabeza, Giuliano. Y pone el tiempo en pausa.
Y recuerda todo: que hace menos de un año estaba tirado en una clínica y no sabía si volvería a una cancha.
Y entonces va y va y va. En una danza con Lobos interminable. Lobos que no pueden atraparlo. Porque lleva la fuerza de los que no se rinden. Por eso, en este domingo mágico nadie podrá impedir que se convierta -otra vez- en el goleador y figura del equipo.
Volver al Futuro
Es 2019 y la vida trae a Alejandro Boenigk junto a su familia a afincarse en el Norte Puntano. Allá lejos en el tiempo y el espacio ha quedado ese chico rubio de gran futuro que una década atrás, surgió de Sportivo Escobar en Buenos Aires y obtuvo el ascenso a la A de Capital Federal con Leandro N. Alem.
Pueblo nuevo, vida nueva. El Basquet es una de las tantas cosas que dejó al momento de armar las valijas. Sabe que a veces de los sueños truncos, de los proyectos de felicidad que se encajonan también estamos hechos y con esa resignación Boenigk llega a Luján. Ni en el más remoto de los sueños, Alejandro se imagina que el destino le tiene preparado una vuelta más (literalmente).
Y APBQ le regala la posibilidad de volver a encontrarse con lo que más ama, aunque esté a kilómetros de su lugar. Y él agradece el gesto de la única forma que sabe: a fuerza de triples.
Por eso Levanta la cabeza, Alejandro. Y pone el tiempo en pausa.
Y recuerda todo. Lo que fue. Lo que pudo haber sido. Pero fundamentalmente lo que todavía puede llegar a ser…
Y entonces va, con la belleza de lo imperfecto. En su andar tan particular corriendo a tirar otra bomba para que delire la hinchada que viajó hasta Concarán.
Viejo es el Viento
En el ocaso de su carrera y con algunas lesiones que han mermado su capacidad física, Priasco no se resiste a irse del Basquet de Quines sin dejar su huella. Fue uno de los que más sufrió el subcampeonato de 2019. Priasco no le debía nada al Basquet de Quines. Al contrario. El Basquet de Quines ya estaba en deuda con él como con otros jugadores que luego de haber estado en ligas competitivas recalaron en la APBQ y sirvieron de modelos y referentes para los más chicos.
Pero él en lo más íntimo de su ser necesitaba este corolario para una carrera extraordinaria.
Por eso Levanta la cabeza, Lucas. Y pone el tiempo en pausa.
Y en un flash pasan miles de partidos, compañeros, técnicos, la emoción de las primeras veces, las frustraciones del crepúsculo. Y se da cuenta que está ante -quizás- la última oportunidad de mostrarle a los pibes que detrás del mito está el hombre.
Y ahí salta. Y defiende ese rebote como si en esa pelota se fuera la vida. Y el pibe rival que viene a robarle la naranja -pobre iluso- no sabe que Priasco duerme con una de esas bajo de su cama desde mucho antes que él naciera. Por eso Lucas se aferra a ella y la abraza como siempre -y más que nunca-.
Epílogo
Los fríos números dirán que un 12 de diciembre de 2021, la Asociación Pasión por el Basquet se coronó campeona de la Liga del Valle del Conlara y los Comechingones al vencer a Lobos de Concarán por 70 a 55, de visitantes.
A los que poco nos importan los fríos números, APBQ nos dejó una enseñanza que no se mide cuantitativamente. Nos enseñó que por más difícil venga la cosa, nunca hay que dejar de creer.
¡Salud APBQ! ¡Salud campeón del esfuerzo! Campeón de la resiliencia.

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