La laureada escritora e ilustradora infantil que eligió la paz de San Francisco para vivir e inspirarse
Se trata de Patricia Fitti. Trabaja para editoriales nacionales y extranjeras. Dejó Buenos Aires y se encontró con un lugar que le transmite la paz y la energía que necesita. “La gente es increíble”, confiesa.
Patricia Fitti, nació y se crió en Vicente López, provincia de Buenos Aires. Es docente, escritora e ilustradora. Estudió la licenciatura en Artes Visuales y se perfeccionó en varios talleres de ilustración y literarios. Trabajó como autora de textos escolares, cuentos, poesías y material docente.
Como ilustradora, trabajó para varias editoriales nacionales y extranjeras; entre ellas, Ediciones SM, Estación Mandioca, Editorial del Naranjo, La Ola, Editorial AZ, Editorial Mc. Graw Hill (EEUU), Palabras Aladas (España), Editorial Planeta, España).
Su última obra, de la que es autora integral, “El niño que no quería ser azul, la niña que no quería ser rosa“, ganó el premio Apel-Les Mestres de Barcelona, España, al mejor libro álbum. Ese libro ya va por su cuarta edición y se publicó también en Turquía, Corea y se está vendiendo en otros países como Colombia y Chile.
A Patricia le encanta explorar nuevas técnicas y las que más usa son acrílico, collage con papeles y elementos naturales, tinta y nogalina.
Ella tomó la decisión de dejar Buenos Aires y eligió San Francisco del Monte de Oro. Ahora, vive en “el Quebracho de los novios”, una esquina con historia, famosa en San Francisco, un lugar “tan de cuento” como las historias que nacen de la imaginación de Patricia.
Desde la ventana del nuevo hogar observa su mundo y el mundo. Ya no necesita hacerse un tiempo para dibujar o escribir; en ese lugar mágico e inspirador, el arte es parte de su vida.
– ¿Qué te trajo a vivir a San Francisco, Patricia?
– En realidad fue una casualidad. Con mi marido teníamos pensado algún día mudarnos al interior, pero no era un plan inmediato. Un día, él estaba navegando por internet y le apareció -sin buscarla- una publicidad de unos lotes en un lugar que se veía muy lindo; era San Francisco. Un fin de semana largo vinimos para ver cómo era y nos encantó. En breve empezamos a construir y a los tres años, ya nos quedamos a vivir aquí.
– ¿Qué los enamoró de San Francisco del Monte de Oro?
– Nosotros estábamos acostumbrados a viajar a Córdoba, conocíamos muy poco San Luis. Cuando vinimos, no podíamos creer que, en general toda la provincia, tuviera tanta belleza y que muchos lugares fueran tan poco conocidos, y además, tan vírgenes. San Francisco tiene unos paisajes bellísimos, ríos, sierras, saltos, una flora y fauna riquísima (para nosotros nueva y a veces extraña), un clima maravilloso y, como si esto fuera poco, la gente es increíble. Esa es otra de las cosas que nos gustó: fuimos muy bien recibidos, la gente es muy amable, siempre dispuesta a darte una mano. En Buenos Aires la gente está muy acelerada, a veces reacciona agresivamente, está siempre alerta. El nivel de estrés es terrible, el tránsito, el apuro, la necesidad de estar todo el tiempo yendo y viniendo, comprando, haciendo cosas. Acá sucede exactamente lo contrario.
– ¿Cómo impactó en ustedes ese cambio?
– La vida en San Francisco nos desaceleró por completo, es un lugar que transmite mucha paz. Tuvimos que acostumbrarnos a tomar las cosas con más tranquilidad y eso fue bueno, además, nos dimos cuenta de que no necesitamos mucho para estar bien. Amigos, salidas campestres, caminatas, relajarse en el río o mirar un cielo estrellado (que hacía años no veíamos), una comida compartida, subir una loma…
– ¿Cómo manejas el tema de tu trabajo desde aquí?
– Lo bueno de mi trabajo es que lo llevo a donde yo quiera. No necesito un lugar fijo. Yo ilustro, dibujo, pinto, elaboro proyectos y luego envío todo por mail. A lo sumo utilizo el correo para recibir y enviar los contratos y los libros de cortesía.
Además tengo la ventaja de que este es un lugar muy inspirador: vivo en una zona rural, en las afueras de San Francisco y mi taller tiene dos ventanas grandes a través de las cuales veo las sierras, árboles, pájaros, a veces algunas cabritas o caballos…¿qué más puedo pedir?
– ¿En qué proyecto estás trabajando ahora?
– Hace poco terminé de ilustrar dos libros que recién ahora saldrán a la venta, y ahora estoy terminando de ilustrar un libro para la editorial AZ. En cuanto a mis proyectos personales, tengo tres libros terminados como autora integral: un libro álbum que se publicará en Colombia y dos libros más, de los cuales uno posiblemente se publique en Brasil. Tengo otros para terminar, pero son más las ideas que el tiempo disponible. También estoy trabajando como asistente docente en el módulo de proyectos editoriales, en la escuela de Jósé Sanabria, una de las escuelas de ilustración más reconocidas aquí en Argentina.
– ¿En lo creativo, que te modificó estar en San Francisco?
– Ahora, y a partir de la naturaleza que me inspiró, estoy creando ilustraciones con una técnica a la que llamé “Collage ecológico”. Se trata de ilustrar solo con elementos que encuentro en el suelo, (no arranco hojas ni las recorto). A partir de lo que encuentro, sin modificarlo, diseño personajes y escenas. Apoyo todo sobre papel, lo fotografío y lo desarmo (lamentablemente nada de esto perduraría ni siquiera enmarcado en vidrio). Además, conozco el nombre y de dónde proviene cada hoja, rama, pétalo o semilla que uso; eso me llevó a tener mucha curiosidad y saber un poco más sobre la flora de este lugar.
“La vida en San Francisco nos desaceleró por completo, es un lugar que transmite mucha paz”.
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