Recorremos la trayectoria de este artista de Luján, que a los 74 años y con más de 130 obra compuestas, es uno de los grandes talentos del norte puntano.
Leer a Jorge Videla es un deleite, pero cuando uno puede escuchar esa poesía hecha canción el placer se multiplica. Jorge ha sido capaz de enamorar a amantes de la poesía y de la buena música por partes iguales.
Pese a haber andado con su guitarra y su música desde muy joven, Jorge conserva su humildad y pudor cuando se lo felicita por su trabajo.
“Tengo 74 años, en realidad, ellos me tienen a mí”, señala divertido este cantautor que nació en Mendoza y estudió música desde niño. “Comencé con clarinete y saxo tenor, pero, soy guitarrista autodidacta, increíblemente aprendí solo, yo miraba a los guitarreros, los escuchaba y luego con mi guitarra, intentaba hacer algo parecido y así con perseverancia y práctica fui aprendiendo, me ayudó y mucho tener un oído casi absoluto, esto quiere decir que, oigo una nota o acorde y sé que nota es y en que tono está el acorde. A ésta facultad que me regaló Dios, la fui perdiendo con el tiempo y algunos problemas de salud que tuve”, indica Jorge.
A escribir poesía también comenzó desde muy joven. “Tenía 16 o 17 años y lo curioso es que, en pleno apogeo de la música extranjera, rock, twist que les gustaba a mis amigos, yo me incliné por el folclore sin pensarlo dos veces”, agrega el músico.
“Ha pasado mucho tiempo desde entonces. He sido y soy un autor y compositor, en realidad, cantautor muy regular, esto quiere decir que no he tenido altibajos en mis obras, al contrario, con el paso del tiempo he madurado y mejorado en la técnica de la guitarra y como autor me defino como paisajista, observador de la vida cotidiana y de la naturaleza, soy paisajista y mis colores son las notas de mi guitarra”, describe.
Jorge ha escrito con exquisita pluma sobre distintos temas a lo largo de su vida: a Luján, una bella Oda a San Luis, a la guitarra, a los sentimientos, a la naturaleza y a cuanto uno pueda llegar a imaginarse. Pero al momento de contestar sobre su fuente de inspiración no duda: “Tengo una musa inspiradora que no me falla nunca, es mi compañera y mujer desde hace 31 años, las obras más bonitas son de ella, se las debo a ella, mi amor, la señora Beatriz Gulino”.
La música le ha dado muchas satisfacciones. Jorge participó en cuatro “Fiesta Madre de Todos los Pueblos”, de las que ganó en tres ocasiones: Con una cueca (Chapequitas), con una zamba (Añorando) y con una chacarera (Luján Luján), todas con puntaje perfecto.
“He tenido el gusto y el honor de dar un concierto en el “Ateneo” de Quines con amigos que son maestros en lo suyo: Pepe Fernandez (concertista de guitarra), Antonito Ozán (guitarra de base), que ya no está entre nosotros, se fue de gira el gordo, y Cacho Rocha con su percusión justa y a tiempo”, recuerda. “He participado de casi todos los encuentros del arte popular, en muchos pueblos. Mi música, es para escuchar, incluidas las cuecas y las chacareras, todas tienen un mensaje”, señala.
Jorge Videla es autor y compositor de la canción oficial de la “Fiesta Provincial del Jacarandá”, y tiene escritas unas 130 obras, contando las que son para niños. Distintos cantantes han interpretado sus obras, como Pocho Sosa u Osvaldo Olivera, entre otros.
Un párrafo muy especial en el libro de su vida, es el relacionado con sus hijos, sobre los cuales habla con un brillo especial en los ojos: “Aureliano y Genoveva, bailadores de folclore. Aureliano es un gran bailarín que coreografiaba sus danzas, no hay chacarera que lo canse y a Genoveva se le dio por el voley y allí descolló y como colofón: fue Reina de la Naranja en el año 2019”, comenta orgulloso.
“Así de simple ha sido y es mi vida, sigo escribiendo, sin dejar a mi compañera de vida: La Guitarra”, resume Jorge Videla, que sigue componiendo, estudiando y haciendo arpegios con la misma pasión de siempre.
Jorge junto a su familia
ODA A SAN LUIS
Jorge Videla
Yo tengo el canto incomparable de los pájaros,
Que cada día que amanece me saludan,
Distingo al uno, por su trino fino y largo,
Distingo al otro por sus gorjeos bellos,
Distingo a todos, incluso por su vuelo,
Y hasta su canto cuando es tiempo de celos.
Tengo el perfume inconfundible de las tuscas,
El señorial clavel del aire y su fragancia,
Me doy el lujo de tener a un monte virgen,
Lejos del hombre, de su codicia, de su ignorancia,
Tengo en mi haber el vuelo mágico del cóndor,
Y la perfecta sociedad del carroñero,
El ataque infalible de mis aves rapaces,
La sachacabra, la coral, el tero-tero.
Tengo al león, señor del monte, tengo a la guina,
La majestuosa lampalagua, tengo la iguana,
Tengo al peludo, al mataco, a la mulita,
La cascabel, la yarará, la cola blanca,
Entre mis lujos hay piedras ónix, lajas negras,
Quebracho blanco, intocable, pobre hachero.
Tengo en el llano al zorro gris y al gato bravo,
Casi diezmados por su bello pelo.
Yo tengo diques, tengo lagunas, tengo ríos,
Mansos arroyos donde el agua corre cristalina,
Tengo nobleza en mi monte de algarrobos,
Yo tengo el cuarzo y vetas de oro, jamás vistas.
Tengo al chulengo corredor inalcanzable,
Al jabalí y al pecarí…bravos guerreros,
Al rey del bosque, al vira-vira, la reina mora,
Al piquillín, tengo al chañar, tengo al poleo.
Tengo en mis sierras quijadas gigantescas,
Y en papagayos el palmar, una rareza.
Yo tengo el morro, por ahora silencioso.
Yo estoy al fin preñada de bellezas,
Yo tengo hierbas milagrosas por doquiera,
Tengo la mica, tengo al granito, tengo al caldén,
Un mar de sal tengo en el bebedero,
La calle angosta, Zavala- Alfonso tengo también.
Y soy muy rica, aún más rica que los ricos,
En mis entrañas hay minerales para siempre,
Allí estarán hasta que el mundo expire,
Allí estarán por siempre y para siempre.
Yo tengo a Pringles vigilante desde el monte,
A Pedernera, a Lafinur, duros de olvido.
Tengo en mi haber la dulce prosa de poetas, Berta Vidal, Agüero Esteban, son
Hijos míos.
Yo guardo en mi memoria correrías de ranqueles,
Y las locas aventuras de don Lucio V. Mansilla,
Yo guardo en mi memoria el perverso trueque,
Del aguardiente por lo mejor de la tropilla.
Yo que llevo en mi escudo la belleza,
Que representa la esbeltez del ciervo rojo.
Solo le pido al hombre y a su cruel instinto,
Que pare su matanza… Quedan muy pocos.
¡que suenen ecos en los cerros de mi sierra!
¡que el bravo sur los lleve a todos lados!,
¡que sepan todos que yo soy tierra bendita!,
¡yo soy San Luis, la de los dos venados!
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