La joven arquitecta quinense fue dada de alta tras estar internada 110 días en la maternidad Teresita Baigorria, donde dio luz a Francisca y estuvo luchando por su vida a causa del Covid-19. En esta charla exclusiva nos cuenta sobre el duro momento que le tocó vivir, la situación que vive en este momento y agradece a todos los que la acompañaron
Mirtha Gonzalez estuvo más de 100 días luchando por su vida. Ostenta el récord de ser la paciente que más tiempo estuvo internada en la Maternidad Teresita Baigorria. La mayoría de esos días los pasó en terapia peleando por su vida. En medio de su internación dio luz a Francisca, mientras en Quines, el pueblo se unía en oración pidiendo por su salud durante todo este tiempo.
Después de 110 días, la quinense fue dada de alta.
Mirtha Gonzalez eligió Norte Puntano para abrir su corazón y agradecer a todos los que ayudaron a que hoy pueda contar su historia.
“Yo ingresé a la maternidad el día 23 de junio y me pasaron a terapia al día siguiente. Yo estaba embaraza de Francisca de casi 5 meses. Fueron 88 días en terapia, salí del coma el día 23 de agosto. Fue ahí donde empecé mi recuperación, fueron días muy duros, me conecté con todo lo que me había pasado mientras estuve en coma (neumotórax , traqueotomía, estudios al corazón, diagnósticos erróneos, la cesárea de mí niña que fue de urgencia, entre otras complicaciones), además los partes médicos eran durísimos, porque yo no respondía a ningún tratamiento”, explica Mirtha.
Sin embargo, la joven madre de Feliciano y Francisca no deja de reconocer: “En estos más de cien días estuve cuidada, contenida por un increíble grupo de personas: los médicos (el dr Blim, la dra. Barroso, el dr. Escoda, el dr. Castro) enfermeros, especialistas de diversas áreas, la directora del hospital Claudia Oviedo, hasta la señora Ministra de Salud de la provincia. Ellos hacían que mis días fueran mejores, sostuvieron mis manos siempre, se brindaron por completo para que yo saliera adelante”, agrega Mirtha. “Ellos me decían que yo era la mimada, fueron muchos días dónde compartíamos tanto que aprendimos a querernos. Me llevo en el corazón excelentes personas por sobre todas las cosas”, señala la arquitecta.
“En la maternidad, ellos hacían que mis días fueran mejores, sostuvieron mis manos siempre, se brindaron por completo para que yo saliera adelante”.
“En la maternidad todos me conocían. Y todos me trataban muy bien. Y hasta el día de hoy me siguen escribiendo para ver cómo estoy”, señala.
Al ser consultada sobre su situación actual, Mirtha señala: “Actualmente transito una internación domiciliaria en la ciudad de san Luis, donde me asisten enfermeros, fisioterapeutas y un médico semanalmente. Lo decidimos así porque Francisca sigue en Neonatología y quería estar cerca de ella. Ambas estamos en la lucha para poder volver a casa”.
“En mi caso, la recuperación motriz viene lenta, pero tengo fe en que esto también ya va a pasar”, asegura con una fe que emociona.
Las sensaciones aún las tiene a flor de piel. “Creo que aún no me conecto con todo lo que transité, doy gracias por poder hoy contarlo, estar viva. Gracias a todos aquellos que dedicaron sus oraciones, los amigos, la familia, el pueblo de Quines que se unió con mucha fe en oración para pedir a Dios por mí recuperación y la de Francisca . Toda esa fe y esas buenas energías me llegaron y sin lugar a dudas ayudaron un montón”, asegura. “Me encantaría nombrar a todos lo que estuvieron. Durante los 100 y poco de días. Porque sé el nombre de todos. Pero se haría super larga la entrevista”, señala y se emociona al recordar la compañía incondicional de su familia: mamá, papá, José María y Gabriel.
“Toda esa fe y esas buenas energías me llegaron y sin lugar a dudas ayudaron un montón”.
Mirtha muchas veces estuvo cerca de la muerte. Muchas veces invitaron a sus padres a que se despidieran de ella. “Sí. Hoy lo digo y se me pone la piel de gallina. Mi familia quiso manejarse desde la fe y nunca ninguno se despidió. Me hablaban. Y me decían que luchara”, explica Mirtha. “Cada vez que los médicos creían que yo me iba, yo pasaba otro día más y ellos les decían a mis padres que era un milagro”, agrega con fortaleza.
Uno de los momentos más difíciles fue cuando nació Francisca “La cesárea fue en la habitación. No podían moverme. Fue de urgencia y allí les dijeron que no sabían si iba a pasar de esa noche”.
“Cuando me desperté no hablaba, pero moviendo los labios pedí por mí mamá. La vi entrar a la habitación y supe que todo estaría bien. En ese momento no podía hablar ni moverme, pero supe que todo iba a estar bien”.
“No podía creer que había dormido tanto tiempo. Lloré mucho todo este tiempo. No entendía por qué a mi. Después me fui calmando. Pero la recuperación ha sido muy difícil”, confiesa.
Mirtha es un canto al coraje. “Al principio lloraba y me preguntaba ¿Por qué me pasó a mí? Y ahora me pregunto ¿para qué? Porque sé que Dios me trazo este destino por algo”, concluye
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