Fue una de las primera sanfrancisqueñas en recibirse de maestra. Tuvo un rol activo en la vida social y cultural de su pueblo. Fue una de las impulsoras de la apertura de la Escuela Normal.
Por Prof. Mario Z. Camargo
Demófila Concha, distinguida dama y sinónimo de erudición y generosidad, nació un 28 de diciembre de 1873, en el seno de una encumbrada familia del norte puntano. Sus padres fueron Don Pedro Concha (prestigioso político, hermano del Coronel Zoilo Concha) y Ascensión de Concha.
Cursó estudios en la Escuela Normal de Maestras de la ciudad de San Luis, de la que se graduó en 1890, en la cuarta promoción y con los méritos de sobresaliente. Luego de su íntima amiga Rosenda Quiroga, fue una de las primeras sanfrancisqueñas en recibirse con este título.
En dicha capital, ocupó cargos en la Escuela Lafinur y una cátedra en la institución donde se había egresado. Concurría a menudo a fiestas sociales con fines de beneficencia, cuando no disertaba en los grandes salones del Club, siempre aplaudida calurosamente.
Posteriormente se radica en Las Chacras (Dpto. San Martin). Allí vivió con su primer esposo, Juan A. Pereira, quien fallece prematuramente. La enlutada joven retorna San Francisco del Monte de Oro, donde se casa Juan Cancio Pérez. Para su desgracia, él muere en 1907, a los 53 años.
Demofila Concha tuvo un rol activo en la vida social y cultural de su pueblo. Ocupó varios puestos en la Beneficencia local, de la que fue su presidenta, y formó parte de cuanta comisión requirió aquel medio. Figuró junto a otros vecinos impulsando relevantes iniciativas.
Consagrada con tesón a la enseñanza, se desempeñó en escuelas graduadas que fueron modelo. En 1913 fue directora de la Escuela de Varones. Con Rosenda Quiroga y otros educadores trabajó ante personas influyentes para conseguir la Escuela Normal, que abrió sus puertas en 1915.
Formó parte del personal de dicha institución por varios años, principalmente en las cátedras de Labores y Psicología. Aportó su experiencia y saber para todo alumnado que necesitaba de su consulta. Se la recordaba como la “biblioteca andante” de la Escuela Normal.
Es que efectivamente era una estudiosa notable. Leía con afán Historia Argentina, Ciencias Naturales y Pedagogía. Como escritora brindó un prolífico aporte. Sus numerosos artículos, monografías y discursos fueron publicados en varias revistas y diarios de San Luis.
Fue también una gran coleccionista. En su casa dispuso un interesante museo de Historia y Ciencias Naturales. Se sabe que recibió la visita de la esposa y el hijo del médico y naturalista argentino Eduardo L. Holmberg, y en otra ocasión de la prestigiosa maestra estadounidense Sara Chamberlain de Eccleston.
En 1930 la localidad recibe un fulminante golpe al producirse el cierre de la Escuela Normal. Si bien nuevos esfuerzos la restauraron, Demofila Concha no fue restablecida en su puesto. Tamaña injusticia si se tiene en cuenta que formó parte del cuerpo docente fundador.
Ante esta intolerable situación, halló consuelo en su religión y en el cariño del pueblo. Seguramente continuó siendo una investigadora profunda de “casos y cosas” del terruño. La sociedad la reconocía como una dama virtuosa, ejemplar maestra y distinguida matrona.
Hacia el ocaso de sus días, en búsqueda de alivio para su ya quebrantada salud, viajó a la ciudad de Villa Mercedes. Fallecería un 3 de septiembre de 1940, según figura en su lápida. Dejaba así este mundo quien fuera una de las más grandes intelectuales que dio este pueblo.
El funeral en su querido San Francisco constituyó una imponente manifestación de duelo. La prensa provincial se hizo eco de la infausta noticia. Ante tal acontecimiento, el Dr. Nicolas Jofre, quien además era familiar, publicó el siguiente comentario:
“Por mucho tiempo se escucharán los sollozos en las gargantas angustiadas, al sentir el vacío de caricias y aromas que esparcieran aquellas manos benditas tantas veces sobre las frentes humildes”.
Los restos de Demofila Concha descansan en el Cementerio Municipal. En cuanto a su notable colección, según referencias bibliográficas, parte fue destinada al Museo de La Plata, en Buenos Aires. Quizá espera en algún depósito volver algún día a su sitio original.
Foto: www.historiadesanfranciscodelmontedeoro.blogspot.com
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