
En pleno 2025, con siglos de historia a cuestas, nadie sabe a ciencia cierta por qué este pueblo del norte puntano se llama como se llama. Caciques fantasmas, pueblos gallegos perdidos en el tiempo y errores de escribanos que cambiaron la historia: bienvenidos al enigma más antiguo del norte de San Luis.
Hay lugares que cargan con un secreto en su nombre. Quines es uno de ellos. Y no es un secreto cualquiera: es un enigma que ha sobrevivido a los siglos, a los historiadores, a los documentos carcomidos por el tiempo y hasta a las comisiones investigadoras. Porque resulta que en 2025, con toda la tecnología del mundo y archivos digitalizados, nadie puede decir con certeza absoluta de dónde diablos viene la palabra “Quines”.
Lo que sí hay son teorías. Muchas. Algunas más románticas, otras más académicas, y todas con ese sabor a misterio que convierte a un nombre en leyenda.
El cacique que nunca existió (o tal vez sí)
Empecemos por la más popular: la del cacique Quinela. Es la historia que se cuenta en las escuelas, la que aparece en las leyendas locales, la que tiene ese aire épico de tierras indígenas y batallas olvidadas. El problema, según el historiador local, profesor Marcelo García, es rotundo: “No hubo tal cacique Quinela. Eso en forma rotunda”.
García ha buceado en los documentos más antiguos que se conservan, y lo que encontró es revelador. En los papeles sobre la donación de tierras a Sánchez Chaparro —que se guardan en San Luis— aparece mencionada “LA PUNTA DE QUINE, LAS CAÑAS Y SUS AGUADILLAS”. Más adelante, el mismo documento habla de “el cerro y el río de Quine”. Quine, sin S. Sin cacique.
Pero entonces, ¿de dónde salió Quinela? De un error, sostiene García. En 1857, en una demanda entre Juan Marcos Guiñazú, José Gregorio Cordón y José Mariano Carrera por tierras en San Francisco, aparece como lindero “LA PUNTA DE QUINEVA, CAÑAS Y SUS AGUADILLAS”. Un año después, en 1858, cuando se entregan tierras a Calixto Suárez, la escritura ya dice “PUNTA DE QUINELA”.
“Lo que ocurrió es que esta gente leyó mal el papel viejo: de Quine, las Cañas hacen Quinela y de ahí algunos suponen que hay algún cacique por medio”, explica García. Las escrituras antiguas tienen esas cositas: errores de copistas que se perpetúan, letras mal interpretadas que crean realidades nuevas. De “Quine, las Cañas” a “Quinela” hay solo un paso en falso de pluma.
¿Y si el nombre vino de España?
Mario Horacio Ibañez, escritor, artesano y miembro de la Asociación de Escritores de Quines —además de integrante de la comisión que estableció la fecha fundacional del pueblo—, maneja otra hipótesis igual de fascinante: el nombre viene de Galicia.
“El Quines de España, topográficamente muy parecido a nuestro Quines argentino. Su parroquia ya era nombrada en el año 1000. Sin duda, heredamos su nombre”, asegura Ibañez. “Obviamente, éste es el origen del nombre del Quines de San Luis. Este Quines gallego ya existía en el año 1000, y era famoso su convento de Santa María de Quines”.
La teoría tiene lógica: los colonizadores españoles solían bautizar los nuevos territorios con nombres de sus lugares de origen. ¿Por qué no habría alguien de aquella región de España decidido ponerle a estas tierras puntanas el nombre de su lejano pueblo?
El baile de las letras: ¿Quine o Quines?
Como si el origen no fuera suficiente misterio, también está el debate sobre cómo se debe escribir. Hasta avanzado el siglo XIX, los documentos dicen “Quine”, sin S. En algunos papeles aparece escrito con doble NN, lo que llevó a algunos a pronunciarlo con Ñ, aunque García no le ve razón a eso.
Y luego está el significado. ¿Qué quiere decir la palabra? “No lo descubriremos nunca”, sentencia el historiador, aunque aventura posibilidades: podría venir del quichua “aiquina”, o tal vez de “chiñe” (zorrino en araucano), aunque esta última opción le parece improbable porque los araucanos no andaban por territorio diaguita. También existe una planta llamada “quina”.
Un misterio que nos define
Lo curioso es que este desconocimiento no empequeñece a Quines, sino todo lo contrario: le da carácter. Porque hay algo poético en que un pueblo con tanta historia, con tanta vida transcurrida en sus calles y sus sierras, mantenga intacto el secreto de su nombre.
Tal vez fue un cacique que los documentos no registraron. Tal vez fue un escribano distraído que cambió una coma de lugar. Tal vez fue un gallego nostálgico que quiso recrear su tierra en estas montañas puntanas. O tal vez fue todo eso junto, mezclado en el polvo de los caminos y en las palabras que se deforman de boca en boca.
Lo cierto es que Quines sigue ahí, orgulloso de su misterio, con su nombre resonando en las sierras sin que nadie pueda explicar del todo de dónde vino. Y así, entre documentos amarillentos, teorías contrapuestas y leyendas populares, el pueblo quinense lleva su enigma como se lleva un apellido: con naturalidad, con orgullo, y sin necesidad de explicaciones.
Porque hay preguntas que no necesitan respuesta. Solo necesitan seguir siendo preguntadas.
Fuente: Blog La Historia de Quines
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS