De las más de 100 calles que forman parte de los cuatro pueblos principales, solamente 11 tienen nombre de mujer.

Por Mauricio Gutvay
Vivo en calle Juan Pascual Pringles, casi Bernardo Rosales. Mi barrio se llama Fernandez Sotura, en honor a Juan, el médico. La escuela a la que asistí toda mi vida y en las que trabajo desde hace dos décadas queda entre San Martín y Sarmiento. La radio en la que empecé a hacer mis primeros palitos en el periodismo queda en Cornelio Saavedra. Mi primer beso fue en la calle Tomas Edison.
Siete referencias. Siete nombres. Siete hombres. Para muestra basta un botón.
Los invito a que hagan un ejercicio similar, sea cual fuera el pueblo en que vivan en el norte puntano. Tomen el nombre de la calle en la que habitan o trabajan y, si rinde homenaje a una persona, ponganse a pensar de quién se trata. En el Departamento Ayacucho, hay sólo un 8% de posibilidades de que rinda tributo a una mujer. Y ninguna chance de que refiera a personas no binarias.
La disparidad está en la calle, a la vista de todos, aunque no lo veamos. El desequilibrio de género en los nombres de los espacios públicos del norte puntano corresponde a un reparto entre hombres y mujeres que no es proporcionado, justo ni es realista.
En un momento histórico donde las mujeres pelean y consiguen espacio esto queda en evidencia. En las calles, ellas pierden terreno, algo que debe ser interpretado de manera literal.
En Quines, de las 40 calles analizadas dentro de su plano urbano, solo tres corresponden a mujeres: Carolina Tobar García; Juanita Echegaray y Elva Francisca Agüero de Ortiz.
En Luján, las cifras son similares. Tres de las casi 30 calles tienen nombre de mujer: Inés Ligeón de Silva, María Delia Gatica de Montiveros y Susana Swiky. Podemos sumar como un cuarto homenaje al género la calle Patricias Mendocinas.
En San Francisco del Monte de Oro, de las 30 calles registradas, solo cuatro son de género femenino: Vicenta Arce de Guiñazú. Rosenda Quiroga, Carolina Acevedo y María Juliana Becker (acceso).
En Candelaria, ninguna de las 23 calles que observamos en el plano tienen nombre de mujer.
En el norte puntano hay vías que llevan apelativos de fechas históricas reconocidas y no tanto (20 de noviembre, 25 de febrero, 7 de septiembre, por ej), de otras ciudades (Rosario, Córdoba, Santa Fe, Valverde del Fresno) y hasta de países (España). Pero de mujeres, poco y nada.
Mientras tanto, Juana Azurduy, Manuela Pedraza, Alfonsina Storni, Alicia Moreau de Justo, Machaca Güemes, Teresa de Calcuta, Rosa Luxemburg, Frida Khalo y otras más cercanas como “Pancha” Hernández, Delfina Varela de Ghioldi, Berta Elena Vidal de Battini y María Haydeé “Beba” Di Genaro. O más próximas. Tan próximas que duele: Clara Chutún, Gabina Suárez de Magallanes, María Asunción Manca de Heredia y Rosa Mesanna, entre otras tantas esperan su merecido lugar.
Sería muy bueno que los Concejos Deliberantes de los cuatro pueblos legislen al respecto. Que fijen una ordenanza que obligue que (de aquí en adelante) se le dé nombre de mujeres a todas las nuevas arterias, esas que solo están codificadas (con número y letra), o a aquellas que se abran en un futuro.
Está claro que con ello no se corregirá la disparidad de género, pero -al menos- sería un buen primer paso para seguir trabajando en pro de la igualdad de derechos.
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