
Desde el fin del mundo, Franco Gatica lleva grabado en su piel el amor y la nostalgia por su querido Quines. En su brazo izquierdo, una manga tatuada es un homenaje a su tierra natal, a su historia y a sus raíces.
Franco Gatica, de 33 años, dejó su hogar en Quines hace 13 años para buscar nuevas oportunidades en Tierra del Fuego. Hoy, trabaja en una clínica, tiene tres hijos y una vida que describe como complicada pero hermosa. Está en pareja y, aunque está lejos de su tierra, mantiene vivos los recuerdos y las conexiones con su pasado. “Se trabaja bien, se puede vivir bien, pero es complicado estar lejos. Tratamos de ir todos los años de vacaciones“, confiesa Franco.
El primer tatuaje que Franco se hizo fue en el pecho, un tributo a su madre fallecida. Pero su amor por Quines lo llevó a continuar tatuándose. Decidió transformar su brazo izquierdo en un lienzo que cuenta la historia de su vida en su pueblo natal. “El escudo de Quines, el mate de la entrada de los Carrizo, las sierras… y Arturito, un personaje que no hay que olvidar“, dice con emoción.
Arturo Valentín Ybáñez, conocido como “Arturito”, fue un hombre querido por todos en Quines. Conocido por su carácter recio pero de buen corazón, siempre tarareando canciones y repartiendo alegría por las calles. Arturito falleció el 29 de noviembre de 2009, pero su memoria sigue viva en el pueblo y en el corazón de Franco.
“Arturito era un emblema de Quines. Siempre lo veía en un mural pintado por Baroja en la calle 25 de Mayo, y pensaba ‘qué loco sería tatuármelo’. Y así lo hice“, cuenta Franco. “Busqué una foto en Google, leí su historia y recordé cuando cantaba Picahueso. Siempre pasaba y nos cantaba. Es un personaje que merece ser recordado“.
El tatuaje de Arturito en el brazo de Franco no es solo una imagen; es un símbolo de su identidad, de sus raíces y de los momentos felices que vivió en Quines. Es un recordatorio de su infancia en “La Casona de la Paula”, donde pasó los mejores momentos de su vida, rodeado de familia y amigos, compartiendo asados y guitarreadas.
“Estoy en el fin del mundo, pero no tan lejos de mis raíces y mi pueblito llamado Quines“, expresa Franco con nostalgia. “Siempre estamos recordando a Quines, a mis hermanos, a nuestra gente, siempre hablamos y escuchamos a mi hermano José de la Paula. La música, especialmente el folclore, sigue siendo parte de mi vida; paso las horas de invierno con una guitarra, como hobbie“, cuenta Franco a Norte Puntano.
A través de su tatuaje, Franco mantiene vivo su sueño de volver a Quines, aunque sea en espíritu. Cada trazo en su piel es una conexión con su pasado, una manera de llevar consigo un pedazo de su hogar. “El tatuador (Eric Kosciuk) es un crack que hace un trabajo increíble“, dice Franco, admirando la obra maestra que lleva en su brazo.
Para Franco Gatica, su tatuaje es más que una obra de arte; es un testimonio de amor, de recuerdos y de sueños que nunca mueren. Es una declaración de que, aunque esté en el fin del mundo, su corazón siempre pertenecerá a Quines.
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