
En un territorio durante muchos años vedado para ellas, hoy son la excepción en un lugar donde aún hoy predominan los hombres.
Por Mauricio Gutvay
El “techo de cristal” es un concepto que expresa una barrera invisible en el desarrollo de las carreras profesionales de las mujeres. Esto sucede en las diferentes áreas. Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo revela que la mitad de la población del mundo todavía cree que los hombres son mejores líderes políticos y para los negocios que las mujeres, lo que impide un mayor progreso hacia la igualdad de género.
Alejandra Agudo, periodista de Madrid, señala que “no hay una sola mujer que habite hoy el planeta que vaya a conocer la igualdad de género. Al menos, no de continuar el ritmo actual de progreso hacia tal objetivo. Una niña nacida hoy tendría que vivir más de 202 años para experimentar qué significa tener las mismas oportunidades, salario, derechos, poder, voz… Que los hombres”.
Pese a los avances conseguidos desde la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995 en la lucha contra la violencia de género, la reducción de la mortalidad materna o garantizar la educación para las niñas, los prejuicios representan un lastre que ha ralentizado el paso. Todavía en 2020, un 47,4% de la población del mundo dice que los varones son mejores líderes políticos y un 41,4% cree que son más idóneos para mandar en los negocios.
En estos últimos días, una sola mujer, Vilma Ibarra, la secretaria legal y técnica del gobierno nacional, estuvo sentada en la mesa de la reunión que el presidente, Alberto Fernández, tuvo con Vicentín, rodeada de una veintena de funcionarios hombres.
Basados en esta caracterización podemos apreciar que quienes toman las decisiones de políticas públicas son, en su mayoría, varones.
“Las mujeres hoy son las más cualificadas de la historia (…) Pero parece que eso no es suficiente para conseguir la igualdad en la edad adulta”, coinciden varios autores.
Durante el gobierno de Cristina Fernández el 19% (3 de 16) de los ministerios estaba en manos de mujeres, mientras que en el mandato de Mauricio Macri el porcentaje decreció, 14% (3 de 21) del gabinete estaba representado por ellas.
En el actual gobierno el gabinete es compuesto por 21 ministerios, de los cuales cuatro son comandados por mujeres. Estas cifras equivalen al 16,66% del gabinete en manos de mujeres.
¿Y por casa como andamos?
En el Departamento Ayacucho, de los cinco legisladores, solo una es mujer: Analía Agüero, que es la primera quinense en la historia al llegar ese cargo. Una estadística que habla en sí misma de las dificultades que tienen ellas para llegar a este tipo de cargos. Antes de la asunción de Agüero en diciembre del año pasado, todos eran hombres los legisladores de nuestro Departamento.
En cuanto a los ejecutivos municipales, los dos pueblos con mayor cantidad de habitantes son comandados por hombres: Paco Macías en Quines y Jeremías Vivas, en San Francisco del Monte de Oro. Sin embargo, rompiendo con la hegemonía masculina, Luján y Candelaria son gobernados por mujeres: Mariella Páez Hernandez y Ana Dolly Glellel, respectivamente. Yoyi, en la Capital del Melón, cumple su segundo mandato.
En San Francisco del Monte de Oro, la mano derecha de Jeremías Vivas es Silvia Escudero, Secretaria de Gobierno y Hacienda del Municipio, quien juega un rol fundamental en la flamante gestión del joven intendente sanfrancisqueño.
En Luján, las cuatro secretarías están dirigidas por hombres: Bianchi, Godoy, Viotti y Pecorari. Lo mismo ocurre en Quines, un municipio donde está bien marcada esta cuestión de género ya que en ninguno de los dos períodos como intendente, Paco Macías tuvo en su gabinete a mujeres. Su hijo, Lucas Macías, es el Secretario de Hacienda, mientras que Néstor Manzanelli es el Secretario de Gobierno.
En Candelaria, hay dos secretarías y la cuestión está mas pareja: Fátima Sosa, maneja Hacienda y José Dominguez es Secretario de Gobierno.
En los Concejos Deliberantes, también ellas suelen ser menos que ellos. En Quines, llega al extremo de ser cinco hombres y solo dos mujeres.
Como puede verse, el techo de cristal en la política de Ayacucho sigue siendo un limitante para las mujeres a las que les cuesta, y mucho, llegar a espacios de poder.
Los pueblos más grandes nunca tuvieron una intendenta.
Y las pocas mujeres que han logrado romper el techo de cristal, en muchos casos tuvieron -y tienen- que luchar con muchos prejuicios y soportar críticas que son más producto de violencias de géneros encubiertas y micromachismos de la sociedad que fruto de sus gestiones.
Creo que ya es hora de liberar las barreras visibles e invisibles, cerraduras y cerrojos físicos, políticos, económicos y culturales que todavía atenazan a la mitad de la población.

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