
Se abrió tu boca en un beso
Como un damasco lleno de miel” E. Falú
A orillas del canal Braulio Moyano en Luján, el hogar de Juana Molina y su esposo Mario Moyano se ha convertido en un oasis de dulces caseros conocidos como “Medalla Milagrosa”. En este rincón lleno de árboles frutales y aromas dulces, se gesta una tradición culinaria que va más allá de la mera elaboración de mermeladas.
Por Mercedes Centena
La mermelada, ese manjar que fusiona la dulzura de las frutas con la magia de la cocina, tiene sus raíces en la antigüedad. Explorando la historia, descubrimos que los Antiguos Egipcios ya elaboraban confituras de frutas hace más de tres mil años. Sin embargo, el origen de la mermelada tal como la conocemos hoy se remonta a la necesidad de conservar la fruta, un tesoro perecedero que encontró en la miel su mejor aliado.
Del Egipto Faraónico a las Mesas de Luján
Los confiteros de Ramsés II el Grande, hace más de tres mil años, creaban delicias de frutas, hierbas y especias que se volvieron populares en el Egipto faraónico. La conserva de frutas, estimada desde la Antigüedad, era esencial para prolongar la vida útil de los productos. Entre las delicias de la época, se destacaban las confituras de dátiles rellenos de piñones y almendras en la antigua Grecia y Asia Menor.
La tradición de los Moyano se remonta a generaciones anteriores, recordando los días en que contaban las naranjas con pequeños “contadores” y cómo cuantificaban con paciencia la abundante cosecha que atraía compradores de todas partes.
Medalla Milagrosa: Un Pedido a la Virgen
En 1998, en una época de necesidad laboral, Juana Molina le pidió a la Virgen de la Medalla Milagrosa que la ayudara a encontrar trabajo. Esa misma tarde, comenzó a preparar dulces caseros, y pronto llegaron los primeros turistas interesados en adquirir estas delicias. Así nació “Medalla Milagrosa”, un nombre que refleja la devoción y la gratitud de Juana hacia la Virgen.
La variedad de dulces caseros que Juana ofrece es impresionante: desde mermeladas de duraznos, manzanas y tomates hasta arrope de chañar, de algarroba y de higo. A pesar de no utilizar teléfono ni redes sociales, sus productos encuentran su camino hacia los turistas y lugareños, atraídos por la tradición y calidad de “Medalla Milagrosa”.
Entrevista a Juana Molina, Célebre Confitera, dulcera de Luján
Juana Molina, es una señora de unos 60 años, madre de tres hijos, casada, quien vive con su esposo en una hermosa casa construida por él mismo, a orillas del Canal Braulio Moyano, en esquina con calle que va al Dique, justo antes de la entrada a la Hosteria “!7 de Octubre” que posee SMATA, en Luján.
– ¿Su nombre?
-Juana Molina, casada con Mario Moyano.
-Cuánto tiempo hace que usted empezó con este emprendimiento de fabricación de mermeladas o dulces caseros?
– Hace 25 años. Empecé en el año 1998
– Cómo fue que empezó? ¿Cómo se le ocurrió hacer dulces de frutas para vender?
-Se me ocurrió porque esta casa donde vivimos ha tenido desde siempre tradición de árboles frutales. Mi suegro, Don Borjas Moyano, junto a su hermana, mi tía política, Lidia Moyano, hacían dulces caseros, no para vender, solo para la familia y amistades. Cuando era la época de la fruta, como ahora en verano, en esta casa se vendía mucha fruta, había y hay muchos frutales. Por supuesto, lo que más se vendía eran las naranjas. En todo Luján existían en ese entonces grandes naranjales. Cuando maduraban, era una fiesta ver cómo venían de todas partes a comprar frutas a Luján y a nosotros, a la familia de mi esposo. ¡Era una tradición consagrada, como le compraban!
(Mario Moyano interviene para agregar información sobre la relación de la familia con los frutales y la venta de naranjas en aquellos tiempos)
“¿Cómo las contaban?” -“Poníamos una naranja ‘contador’. Cada 50 naranjas que recolectábamos, le sacábamos un pedacito de cáscara a una. Cuando habíamos juntado 10 pedacitos, los poníamos en un palito. Luego, cuando se terminaban las naranjas, contábamos los palitos: si teníamos 30 palitos, teníamos 15.000 naranjas.”
(Se retoma la entrevista con Juana Molina)
La relación nuestra con los frutales, especialmente con la naranja viene de cuando nosotros, mis hermanos y yo, éramos chicos. Mi papá nos encomendaba cortar las frutas, las naranjas para los pedidos que le hacían. Venían de San Luis capital, de Villa Mercedes, de muchos lugares. ¡Teníamos grandes clientes, que compraban 20.000 o 30.000 naranjas!
– Y de qué frutas hace las mermeladas?
De duraznos, de manzanas, de tomates, de nísperos, de higos, de damascos, de naranjas, de alcayotas, de uvas, de membrillos, de quinotos, de peras…
-Y arrope también?
-¡Sí! – Arrope de chañar, de algarroba, de higo. También preparo algunas jaleas
– Cómo hace la difusión de sus productos?
-No hago. Ni teléfono tengo, no uso. Tengo un celular que me han dejado mis nietos para cuando quieren hablar conmigo me llaman. Para eso lo uso nada más.
-Nada de redes?
No. Nada de nada. Me compran mucho los turistas, entiendo que en la Secretaria de turismo de la Municipalidad , nos dan una mano, difundiendo nuestros productos artesanales, tradicionales. También vienen personas del pueblo, a veces cuando reciben visitas de afuera o parientes que viven en otra ciudad, los traen para que lleven un dulce. El arrope de chañar es muy buscado.
-Por último, el nombre de los dulces es “Medalla Milagrosa”, de la Virgen, ¿cómo fue que le puso ese nombre?
Como le digo, empecé en 1998. En ese tiempo mi esposo tenia poco trabajo, él es albañil. Le pedí a la Virgen de la Medalla Milagrosa que me ayudara a encontrar un trabajo. Mientras tanto, esa misma tarde me puse hacer dulce…a la nochecita ya vinieron turistas a preguntarme si no vendía dulces caseros…
Y así…vio…
-Muchas gracias por recibirnos en su casa, matrimonio Moyano-Molina.
¡Qué hermosas personas las de Luján ¡
(Entrevista realizada por Mercedes Centena, Lic. en Sociología – UNLP, Fotos: Rosa Ponce, 14 de enero de 2024, por la tarde, después de la siesta)
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