
La comunidad escolar busca respuestas tras el desolador acto de destrucción en ‘El Jardín de Susy’, un espacio de homenaje y recuerdo.
La Escuela N° 31 “Profesor Víctor Saá” amaneció hoy con una herida que trasciende lo material: el vandalismo perpetrado en “El Jardín de Susy”, un espacio dedicado a la memoria de Susana Oviedo, una preceptora muy querida y recientemente fallecida. El acto de vandalismo no solo dejó una estela de destrucción física, sino que también pisoteó el legado de una persona que, según recuerdan sus colegas y alumnos, “jamás albergó en su alma una gota de odio ni de destrucción”.
A través de las redes sociales, el establecimiento difundió las imágenes del desastre y solicitó la colaboración de vecinos y transeúntes para identificar a los autores de este acto cobarde. La puerta violentada, las plantas y macetas rotas, son el testimonio mudo de una agresión no solo a la propiedad, sino también a los valores y el respeto que la comunidad educativa promueve.
Este suceso es un reflejo lamentable de una sociedad que, en ocasiones, parece haber perdido el rumbo en cuanto a los valores de respeto y convivencia. Atacar un espacio dedicado a honrar la memoria de una persona querida es un acto que va más allá del vandalismo; es una afrenta a la decencia y una violación del sagrado respeto a los que ya no están con nosotros.
La violencia física contra los bienes puede ser reparada, pero el daño emocional y simbólico que este acto representa para la comunidad escolar y para la familia es mucho más profundo y difícil de sanar. Este jardín no era solo un conjunto de plantas y flores; era un espacio de recuerdo, un lugar donde la presencia de Susana Oviedo seguía viva en la memoria colectiva de quienes la conocieron y la valoraron.
En un mundo donde cada día se lucha por inculcar valores de respeto, tolerancia y convivencia en las aulas, hechos como este representan un paso atrás en esa lucha. Es imperativo que como sociedad condenemos estos actos y trabajemos juntos para restaurar no solo el jardín, sino también el respeto y amor por el legado de aquellos que han dejado una huella positiva en nuestras vidas.
Desde este espacio, hacemos un llamado a la reflexión y la acción comunitaria para que hechos como este no se repitan. Es responsabilidad de todos proteger y valorar los espacios que honran la memoria y el legado de personas que, como Susana Oviedo, dedicaron su vida a la educación y al bienestar de los demás. Que “El Jardín de Susy” vuelva a florecer no solo en su forma física, sino también en nuestros corazones, es el mejor tributo que podemos ofrecer.
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