Claudia Gatica, acompañada por un equipo de mujeres de Quines, es un enorme ejemplo de solidaridad. Con meriendas y locreadas buscan paliar la crisis.
Por Mauricio Gutvay
Vivimos tiempos complicados. En muchos barrios, la pobreza golpea y duro.
La historia de Claudia Analía Gatica Amaya es una historia de esfuerzo y de superación. Pero sobre todo una historia de lucha. Detrás de esa mujer que encabeza las cruzadas solidarias que, en estos días, llevan comida y frazadas a los más necesitados hay una historia previa de carencias, sufrimientos y maltratos.
La mujer a la que voy a entrevistar estuvo gran parte del día dedicada a llevarle una merienda a chicos necesitados. Claudia vive con su marido y sus cinco hijos menores. Me cuenta que también trajo desde San Luis a su tío que quedó ciego hace dos años y, además, tiene a cargo a un hermano discapacitado.
Cuando le pregunto sobre cómo surgió la idea de empezar a ayudar, Claudia me contesta con el corazón y una lógica que no muchos tienen: “porque yo también pasé hambre. Necesidad de cosas, como colchas y ropa. Yo fui maltratada y la policía no me ayudó mucho tampoco. Pasé por miles de cosas hasta que me di cuenta que mi cambio de vida pasaba por esto. Por ayudar a esas mujeres maltratadas, a aquellas que no tienen para darles de comer a sus hijos y por vergüenza no piden”.
“Yo empecé hace más de seis años ayudando a llevar los papeles de la asignación al ANSES a aquellas madres que no podían viajar, luego acompañando abuelos al hospital, y ahora cuando empezó la cuarentena hubo gente que me pidió que la ayude a anotarse para el IFE porque no sabía o no tenía Internet y vi que había mucha necesidad y ahí me dije: “Empiezo a hacer de comer”.
Entonces, Claudia, junto al grupo de Mamás Solidarias se puso manos a la obra y con amor y fuerza de voluntad empezaron los sábados con locreadas en diferentes barrios de Quines, actividad que tiene como fin primordial llegar a las personas más vulnerables y “dar una mano a los que más lo necesitan”.
“Con las Locreadas Solidarias ya llegamos a los Barrios Estación, El Triángulo, La Feria, 4 de Junio (Santa Maria) y “Estación Este“, me cuenta Claudia entusiasmada
Para continuar con esta actividad, necesitan de la donación de los distintos ingredientes: carne, maíz, porotos, entre otros.
Pero con esto no alcanzaba. “Nos conmovió y nos dolió la necesidad y pensamos con las chicas en empezar a llevar meriendas a niños de familias necesitadas”
“La merienda es esa leche caliente que todo niño sueña antes de dormir. Lo sé porque yo también he tenido que decirle a mis hijos que no tenía para darles, porque no sabía de donde sacar”, me confiesa Claudia.
Así surgieron las Meriendas Solidarias. Fueron tomando registro de familias vulnerables a las que les llevan la chocolatada con bizcochos, galletas o lo que les van donando panaderías o familias del pueblo.
El martes llegaron a 17 niños. “Hoy nos fue mejor, pudimos llegar con la chocolatada a más de 40 chicos, repartidos entre Barrio el Triángulo, Estación, 4 de Junio y Belgrano”, me cuenta entusiasmada.
Pero la necesidad siempre es más grande que las intenciones.
“A mí me duele cuando llegamos a una casa y vemos que al lado hay otro vecinito que se queda esperando”, señala Gatica. “Por eso queremos seguir llegando a más y más chicos”, me explica.
Leche, azúcar, chocolate, galletas, enumero mentalmente las cosas que todos deberíamos donarles, mientras la escucho.
“Y cuando vas a los hogares vas teniendo nuevos pedidos”, me cuenta. “Hubo demanda de ropa, de colchas y vi una mamá con su hijo en condiciones que también las pasé. Como verás todo lo que hago es porque se refleja un poco en mí y no quiero que eso le suceda a otro niño”.
Así se inició la Campaña Frazada Solidaria, bajo el lema “Ayudemos a dar abrigo a Quines”, mediante la cual se están recolectando frazadas para que puedan pasar el invierno los que menos tienen.
“Y también cambié mi estilo de vida junto a ese hombre que tomaba y me maltrataba. Yo cambié y él también lo hizo… Dejó de tomar y me ayuda en todo lo que hago”, me confiesa Claudia.
Le pregunto si puedo escribir en la nota todo esto que me cuenta.
No duda en decirme que sí. “Para que todos vean que se puede cambiar y ser mejores”, dice con una sonrisa que ilumina.
“Quiero agradecerles a todos mis compañeros que siempre están, a las familias que ponen su casa para hacer el locro y a todos aquellos que realizan su donación”, se apura en agregar
“Les pido a todos que nos ayuden a ayudar. Todo suma. No tengan vergüenza, aunque sea un kilo de azúcar es mucho, ojalá que esta nota llegue bien lejos”, se ilusiona Claudia. “Necesitamos de todos para que esto sea cada vez más grande”.
Ojalá.
Los teléfonos para contactarse y hacer cualquier aporte son: 2664950944 a través de whatsapp o el 2664705304 a través de llamadas y mensajes.
Claudia es fuerte pero se le caen unas lágrimas…
Yo disimulo..
“¿Ves que todo se puede con amor? -me pregunta como afirmando- Recuerdo todo lo malo que pasé y ahora entiendo que aquello malo había que vivirlo para poder disfrutar de lo bueno que tengo ahora: una inmensa familia”.
Claudia es un ejemplo, reflexiono en silencio.
Lo demuestra al preocuparse tanto por aquellos que tienen menos de lo poco que ella tiene.
Lo reafirma al no sacarle el cuerpo golpeado por las adversidades y al seguir poniendo su enorme corazón.
Me despido esperando que esta nota llegue a los ojos y a los corazones de quienes tienen que llegar.
Ella se despide contenta por los cuarenta niños que hoy tomaron esa leche caliente antes de ir a dormir y fueron felices, a pesar de todo.
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