
Debido a la creciente del Rio Luján, la noche del 1° de marzo de 2015 todo fue caos y destrucción. En un nuevo aniversario de esta infausta madrugada, compartimos testimonios de protagonistas, de damnificados y de personas que ayudaron a salvar la vida de otros, a partir del trabajo de la Lic. en Sociología Mercedes Centeno, afincada en Luján desde hace algunos años.
Por Mercedes Centena
Testimonio 1
Javier Moyano, nativo de Luján, joven, hoy comisario de la policía de la provincia de San Luis.
“En la calle misma teníamos como 30 cms de agua a las 22 hs de ese día. Así que agarré una campera y me fui para el lado de la pileta municipal”.
A la vera del río, a esa altura, cerca del Hotel Luján, vivían varias familias.
Dichas familias, vivían allí por varios motivos, por tradición de sus padres, porque se trata en mayor parte de tierras fiscales, porque esa vida al lado del río es distinta, prevalece el cielo, el agua, lo verde, pasto fresco para los animales, agua para calmar la sed, música natural que relaja y acompaña y da otro ritmo de vida , otra visión del mundo.
Durante tres días habia llovido, y se festejaba con alegría, porque la lluvia, el agua es deseada, esperada, como en toda zona árida.
Pero el último día, el anterior a la creciente, habia llovido intensamente, muchos dicen más de 200 mm. En poco tiempo, en pocas horas se junto un inmenso caudal de agua que ocasionó la inundación.
Me cuenta Javier Moyano:
“ Llegué a la zona de la pileta y fui a las casas más cercanas a alertar a los vecinos del lugar. Explicándoles que el rio estaba creciendo mucho. Ellos estaban remisos a irse. No querían abandonar la casa, decían que lo iban a perder todo. En una de esas casas, recuerdo que tenían un perrito atado, lo soltaron y lo sacaron en brazos.”
“ A eso de las 23 hs, el agua tapó la pileta, me llegué a la casa de una mamá joven que vivía con su hijito. Los saqué, al niño en brazos y ella por sus propios medios.”
Les decía a medida que iba golpeando las puertas y despertando a los vecinos de la orilla del río:
“Preferible perder todo y no la vida”.
“Y así fui casa por casa, recorriendo el lugar donde vivían los vecinos, a orillas del río.”
Las familias que vivían a la orilla del río eran varias, familias que toda la vida habían vivido ahí, personas mayores algunas.
Javier Moyano, era policía ya, habia pasado por la comisaría y comentado con sus compañeros, que se venía “La crece”. También le envió un mensaje por celular a Hernán Gatica, el Intendente, quien le respondió: “Estoy en San Luis, capital, ya salgo para allá.” Y se vino con una camioneta, luego intentó entrar en la zona cerca del matadero, pero se tuvo que quedar como muchos, esperando que bajara el agua, no pudo pasar.
Continua relatando el hoy Comisario Moyano, en ese entonces Oficial de policía :
” Y así fui recorriendo casa por casa, desde la pileta bajó cerca del Hotel Luján, luego pasando por la Iglesia llegó a la plaza Mitre. El agua seguía subiendo, venia a mucha velocidad, el ruido era ensordecedor.“
Fue convenciéndolos, sacándolos, salvándolos.
Cerca de la medianoche se llegó a la casa de A.G. , una señora mayor, de 90 años, quien vivía con un hijo:
“ Llegué a la casa de la señora A. G. , quien vivía con su hijo R., golpeé las manos, la puerta, la ventana y por fin salió la señora y su hijo adulto ( que tiene cierta discapacidad) detrás de ella.
El agua ya nos llegaba a la rodilla. No me habían escuchado golpear porque el sonido de la creciente lo tapaba todo. En ese momento el río abrió y rompió la ventana de atrás y se llenó todo de agua y barro.
El agua subía sin cesar.
La subí a la señora a una cocina fuera de uso que estaba en la galería y a su hijo lo até a la misma.
El agua ya me llegaba a la cintura y seguía subiendo.
Se me van ahogar ahí, sentados, pensé con desesperación.
Así que subí a la abuela, a una morera, alta y a su hijo también y yo me até a la morera junto a ellos.
El rio bramaba y pasaba a alta velocidad, en un momento vimos las paredes de la casa, navegar por el río como si fueran planchas de Telgopor.
Asi esperamos los tres, unas horas, rogando que baje el agua.
A eso de las dos de la mañana, el agua empezó a bajar, el río se fue calmando.
Cuando vi que iba a poder caminar, que el agua habia bajado lo suficiente, subí a cococha a la abuela de 90 vitales años, até a su hijo a una soga que me até a la cintura, y así salimos a la calle. Serian las cuatro de la mañana aproximadamente.
Los llevé a la casa de un vecino, me despedí. Estábamos todos hecho sopa.
Me volví a mi casa.
Misión cumplida, me dije.”
Testimonio 2
A los habitantes de las orillas del río Luján, que resultaron víctimas de la inundación, perdiendo todo, el gobierno provincial más adelante, a los nueve meses aproximadamente les construyó viviendas, que denominaron “ El Barrio de las 38 viviendas” y viven allí, en preciosas casitas con jardín y fondo, en una zona elevada con respecto a la calle.
Una señora de ese barrio, que desea permanecer anónima: M., ante mi pregunta:
¿Cómo fue que se dio cuenta que venía “la crece”?
Responde:
“Habia llovido una semana sin dejar… y mucho.
Yo estaba durmiendo, era la 1 de la mañana. De pronto escuché un ruido de máquinas, como de topadoras, que me despertó, me dije: ¿Qué hacen con máquinas a esta hora?
Era tremendo el ruido y el temblor que hacia el agua que venía a tanta velocidad y en gran cantidad por el río.
Mis hijos salieron y vieron a la velocidad que venía y con tantísima agua. No alcanzamos a reaccionar cuando vimos, con mucho dolor como se llevaba a nuestros animales, ahogados: 36 cabritos, 100 patitos, gallinas…
Teníamos el agua hasta el pecho. Las camionetas que querían ayudarnos no podían entrar. Veíamos a lo lejos personas del barrio de las 42 viviendas saliendo de a dos, subían a camionetas que las esperaban del otro lado, para evacuarlos.
Nosotros, con mi familia, esperamos dos horas, con los niños en los hombros y cuando empezó a bajar, salimos caminando, éramos diez. Serían las cuatro de la mañana aproximadamente.”
La señora se queda callada, con un gesto de angustia y malestar. Me doy cuenta que no quiere hablar, contar más.
Le digo que tal vez haga bien hablar, poner en palabras tanto dolor, para dimensionar lo que paso, que tal vez la alivié y me responde convencida:
“No. Es muy doloroso. Duele mucho aún. Cada vez que llueve tengo miedo.”
Le agradezco inmensamente su valioso testimonio.
Testimonio 3
Repollo, Herrero, habitante de las 42 viviendas:
Fue la noche del 1° de marzo, yo habia vuelto a eso de las 18 hs, habia viajado a un velatorio en Mendoza. En ese tiempo yo tenia en mi casa a mi anciana madre.
Había llovido intensamente dos días seguidos. Estuve en la computadora hasta las 22 hs, recibiendo mensajes de familiares, preocupados por las noticias sobre la crecida del río y posterior inundación. A esa hora aproximadamente me llama el padre ,cura, Julio , preocupado: “¡Repollo cómo estás? . Acá me está entrando agua con barro, él vive a unas 8 cuadras del rio . Le respondo que por el momento bien. Corto y me llama mi vecina, me dice que salgamos en el auto con nuestras madres, ella también estaba con su anciana madre. Le digo que sí y preparo a mi mamá, salimos, el agua ya nos llegaba a la rodilla, traía mucho barro, se hacía dificultoso el desplazamiento, estaba a cien metros de mi vecina y a medida que caminábamos el agua subía y subía. Nos damos cuenta que ya era tarde para salir. Dejo a mi mamá con ellas, y me vuelvo acompañado de otro vecino a buscar las escaleras, que tenía en ese momento, dos. Se van juntando los vecinos en la esquina, en la casa de mi vecina. Son familias de las 42 viviendas, del mismo barrio, que vienen con lo puesto y los niños en los hombros. Colocamos las escaleras y subimos a los niños y a algunas madres. El agua ya me llegaba a la altura del pecho. Serían las dos de la mañana. Nuestras ancianas madres estaban a resguardo arriba de mesas. Fuimos a rescatar a un señor mayor que estaba en sillas de ruedas, nos costó cruzar la calle y ponerlo a resguardo, pero lo logramos.
La compañía de luz, no cortó la electricidad. Los enchufes quedaban bajo el agua y hervían. Me fui como pude por la vereda y bajé todas las llaves térmicas de los tableros de la calle. Volví a la esquina donde estábamos amuchados, esperando que baje el agua. Serían las dos de la mañana.
Del otro lado del agua, de la calle, personas con autos se agolpaban queriendo ayudar. Nos hablaban, pero no lográbamos escuchar nada por el ruido del agua que pasaba bramando y a toda velocidad.
Un vecino que trabajaba en la planta transformadora, Rolando, trajo las máquinas excavadoras y topadoras de la empresa, para rescatar a los habitantes de las 42 viviendas, a nosotros.
También Miguel Sarmiento, trajo una máquina topadora y un camión, al que fue subiendo a la gente y sacándola del barrio. Serían las cuatro de la mañana aproximadamente.
Las casas quedaron llenas de barro, con marcas de dos metros de agua algunas. Luego vinieron los mosquitos, el olor a muerte y a podrido, y la mosca verde….
Pero todo fue pasando de a poco y gracias a Dios y a la Virgen no hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas.
El poder del agua:
«Nada hay en el mundo
tan blando y adaptable como el agua.
Sin embargo, en disolver lo duro y lo inflexible
nada puede superarla». Lao tze
Mercedes Centena
Lic. En Sociología (UNLP). Residente en Luján, San Luis.
Fotos: Gentileza Repollo Herrero.
P/D: he recibido varios detalles más acerca de los protagonistas, personas que reafirman y confirman todo lo dicho por los testimoniantes. Guardaré toda la información que se vaya agregando y el año próximo lo ampliaremos.
Solo algunosdatos quiero agregar que encuentro relevantes:
Una de las familias rescatadas por J. M , es la de Eduardo Ortiz, que hoy me brindó su testimonio , y me contó tal cual los hechos como los relata J. M. Que efectivamente él fue dos veces a buscarlos, y que ellos no querian salir, tenian miedo, pero salieron y asi fue que salvaron su vida, ya que al otro dia volvieron a ver como estaba su casa y su casa ya no estaba.
El vecino empleado de la empresa Rovella Carranza, el señor Rolando Reta, me contó varios sucesos más, por ejemplo que el agua partió en dos el puente en la Ruta 20, que va a San Juan . Que dicha empresa estaba haciendo reparaciones en la Planta transformadora, y ante la situación que se presentó por la crecida del río, se puso a disposición , citó a sus empleados para que manejen las máquinas, las palas excavadoras y rescaten personas esa noche y en los dias subisguientes para limpiar toda la costa.
Me han contado también que al menos dos vecinos más colaboraron de manera destacada en el rescate y evacuación : uno de ellos, Pablo López, hoy Intendente de Luján, quien se ató una soga a la cintura y a su vez a un árbol y asi fueron saliendo del agua las personas, agarrándose de la soga.
Y otro, el señor Romero , quien fue el primero en llegar con su camión y restacar a muchas personas.
La señora Rita, hija de A.G. rescatada por Javier Moyano, apoya los dichos y el relato de él en toda su extensión. me dijo: “Quién anduvo toda la noche, quien fue casa por casa en la zona sur, convenciendo a los vecinos y sacándolos, para que se salvaran, fue Javier Moyano.”
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