
Desde Altautina hasta los pasillos de la Universidad Nacional de Córdoba, la vida del Dr. Manuel Antonio Britos es un relato de resiliencia, perseverancia y el poder transformador de la educación pública. Este 20 de marzo, el querido médico afincado en Quines celebró el 50° aniversario de un viaje que marcó el inicio de su admirable carrera en medicina.
Un domingo de marzo de 1974, con poco más que sueños y esperanzas en su bolsa, Britos dejó su hogar en busca de una promesa: estudiar medicina en la gloriosa Universidad Nacional de Córdoba. Acompañado por la firmeza de su propósito y la promesa de una beca, enfrentó el futuro con determinación.
“Partí con muy pocas cosas materiales, casi nada; pero sí lleno, repleto de sueños e ilusiones“, recuerda Britos. Sin embargo, su camino estuvo lejos de ser sencillo. A pocos meses de iniciar su travesía, se encontró con un obstáculo que pondría a prueba su resolución: su nombre no figuraba en la lista de becados. “Esa noche volví a la pensión y lloré amargamente como un niño. Pero aún así, en mi tristeza, angustia y desolación, respiré hondo y me juré a mí mismo que no volvería derrotado“, comparte con emoción.
A través de contactos y una voluntad inquebrantable, Britos logró superar las dificultades, obteniendo primero una beca para el comedor estudiantil y luego una residencia universitaria. Pero el desafío no terminó ahí. Con el golpe de Estado de 1976, las ayudas se suspendieron, obligando a Britos a enfrentar nuevas pruebas. Pero nada detuvo su paso, séptimo hijo de una familia de ocho hermanos, no podía darse el lujo de claudicar en su sueño.
A pesar de los vientos adversos, su espíritu inquebrantable lo llevó a cumplir su juramento: en 1980, se graduó como médico, cumpliendo no solo sus sueños sino también las esperanzas de su familia y comunidad. “Serás lo que debas ser, o no serás nada”, afirma, citando el lema que guió sus pasos.
Luego de obtener su título, enfrentó nuevos desafíos que demoraron su sueño, incluida la incorporación al servicio militar durante el año 81 y parte del 82 por la Guerra de Malvinas. Sin embargo, eso no detuvo su camino hacia la especialización en medicina interna y cardiología, que realizó en los hospitales Córdoba y Español.
Después de casi cuatro décadas ejerciendo en Quines, el médico se muestra agradecido y feliz. “Estoy muy contento de haber venido a Quines. Ya llevo 39 años en el pueblo. Estoy muy feliz con la gente, siempre me he brindado honestamente con mi profesión y la gente me ha respondido“, afirma con gratitud.
“La medicina ha avanzado muchísimo en la tecnología y la aparatología, pero se sigue basando en el diálogo con el paciente y en el examen clínico“, enfatiza Britos.
A 50 años de aquel primer paso hacia sus sueños, cuando se subió en aquel camión de la embotelladora Yunen en la que había trabajado todo el verano, para irse a dedo a esa utopía llamada Universidad de Córdoba, el Dr. Britos sigue siendo un faro de esperanza y un ejemplo de superación para su comunidad.
Su trayectoria es un recordatorio vivo de que, con determinación y apoyo, los sueños más grandes pueden hacerse realidad. Con su historia, ha dejado una huella imborrable en Quines y más allá, inspirando a las generaciones presentes y futuras a perseguir sus propios sueños con valentía y determinación.
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